Cuando se supo de la gravedad de su situación solicitamos a Tierra Blanca su adopción.
Estuvo con nosotros 3 meses en los que nos regalo preciosos momentos y en los que luchamos por ella hasta el final.
Mila ha sido una podenquita abuela que ha dejado mucha huella y a la que no olvidaremos fácilmente, porque era un ser excepcional.
Cariñosa, juguetona y tranquila, le encantaba lagartear y «soltarse la melena» de vez en cuando a pesar de su enfermedad.
Luchó hasta el final como una campeona y murió rodeada de la que se convirtió en su familia humana y peluda.
Te queremos Milita